El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo
en las costumbres funerarias de los etruscos, en cuyos monumentos
aparecen representados, y, remontándose algo más,
es probable que se encontrase alguna relación con la
costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe
muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres
de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo
cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales.
Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a.
C. Como no siempre había prisioneros que combatieran
mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era
el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en
que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido
al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban
libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad,
los combates de gladiadores, que habían comenzado por
ser un rito de significación religiosa, acabaron por
ser un espectáculo público que llegó a
inspirar una pasión desenfrenada.
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